El rasgueo de la pluma sobre el papel era el único sonido que se oía. Una chica estaba haciendo sus tareas. Ligeramente inclinado hacia adelante, estuvo sentada en su silla giratoria negra. Era tan empotrada en sus tareas que no se dio cuenta de que alguien la llamó. Sólo cuando su madre la sacudió suavemente por el hombro, levantó la cabeza y miró a unos ojos marrones, que estaban más claros que sus propios.-¿Estás bien?- preguntó a su hija un poco preocupada.La chica no dijo nada, sino solo asintió. Aunque su madre sonrió, la chica vio la preocupación en sus ojos. Un silencio abrumador cayó sobre las dos y la madre de la chica abró la boca para decir algo, pero fue interrumpida por una voz infantil. La chica suspiró aliviada. ¡Gracias a Dios que podría evitar más preguntas de su madre!-¿Podemos irnos finalmente?- preguntó el hermano menor de la chica con un poco impaciencia en la voz. La madre de los dos primero miró a su hijo y entonces a su hija.-Por favor, no me preguntes nada. Por favor no me preguntes...- rogó la chica en su cabeza.Su madre le dijo -Tu hermano y yo vamos a hacer la compra. Volvemos en aproximadamente 1 hora, ¿vale?La chica contestó - Vale. Yo sigo haciendo mis tareas. Todavía tengo mucho que hacer.-¡Hasta luego!- dijo el hermano de la chica y la abrazó.-¡Hasta luego hermanito! No compres todos los juguetes que ves, ¿eh?Él asintió, hico un saludo militar y salió corriendo del cuarto de su hermana mayor. Ella sólo sacudió su cabeza y sonrió. Siempre cuando van a alguna tienda su hermano quiere comprar algún coche de juguete.-Bueno, nosotros nos vamos. ¿Tú te las puedes arreglar sola?- preguntó a su hija.-Por supuesto mamá. Después de todo ya no soy pequeña.- contestó la chica. Eso fue verdad. Aunque tenía trece años estaba muy inteligente y además eso no fue la primera vez de que estaba sola en el piso. Oyó como su madre cerro la puerta del piso. La chica suspiró aliviada, cerró sus ojos almendrados y se echó hacia atrás en su silla.-¡Gracias a Dios que no me ha preguntado como me fue en la escuela!- pensó la alumna. Entonces continuó con sus tareas. Otra vez solo se oía el rasgueo de la pluma sobre el papel. Después de un cuarto de una hora la chica casi estaba lista. Solo tenía que escribir la última frase. Justo cuando quería poner un punto al fin de la última frase, un pensamiento le vino a la mente. ¿Por qué lo hace? ¿Qué gana con eso? Bueno, va tener notas buenas, pero eso no va a cambiar la situación, en la que está ahora. Sus compañeros de clase van a copiar lo todo de ella. ¿Y entones? ¿Van a darle las gracias? No, nunca lo han hecho y nunca lo van a hacer. Al contrario: todo va seguir como siempre. La chica no lo podría soportar más. Cada día se burlaron de ella, cada día la amenazaron, que si no les ayudó y si dice algo a algún profesor, algo malo iba a pasar, cada día la llamaron una empollona, la insultaron y enseñaron con sus dedos a ella. ¿Y todo eso por qué? Simplemente porque fue la mejor en la clase. Tuvo las mejores notas. No es su culpa que sus compañeros no estudiaron nada para la escuela. Siempre les ha ayudado, porque pensó, que si les ayuda, ellos podrían ser sus amigos. ¡Ay, que equivocada y ingenua fue!-Ya no. Ahora se acabó.- dijo la chica y pusó un punto a la última frase y a su vida. Estaba desesperada y solo vio una salida de este insoportable infierno llamado vida: suicidio. Fue a la cocina y abrió una de las navetas y sacó un cuchillo agudo. La punta del cuchillo enseñó a su corazón que latía tan rápido que la chica temió que fuera explotar. Todavía lo tenía todo en la cabeza. Cada amenaza, cada risa, cada insulto que tenía que soportar desde hace dos años día a día. Fijo agarró el rabera amarillo del cuchillo con una mano temblorosa. Justo cuando quería quitarse la vida, pensó en sus padres y su hermano. ¿Qué harían si ella estuviera muerta? La chica cerró sus ojos almendrados y una imagen de su familia apareció en su ojo de mente. De repente sentía algo. Una lágrima corrió por su mejilla y entonces por el filo del cuchillo largo. -No lo puedo hacer.- susurró y abró sus ojos. Pusó el cuchillo en una de las navetas y empezó a sollozar. Cuando se calmó, tomó una decisión: Al día siguiente va a decir todo a sus profesores. Ya no tenía miedo de lo que sus compañeros dirían. Esta chica, que quería quitarse la vida para acabar con todo una vez por todas, soy yo.Hier ist der Text:
P.S.: Ich bin mir nicht sicher, ob der Text von der Grammatik und Rechtschreibung her stimmt. Wenn sich das jemand kurz anschauen könnte, wäre ich sehr dankbar. (Die Person bekommt einen Stern und ein Kompliment)